Tres anécdotas de Andrés Segovia.

Andrés Segovia fue sin duda un gran maestro de la guitarra clásica y una gran persona a quién deberemos estar siempre agradecidos por el magnífico trabajo  que desarrolló a lo largo de su larga y exitosa carrera, llevando el instrumento por todo el mundo y dándolo a conocer a públicos diversos en numerosas salas de conciertos. Solo por esto ya deberíamos recordarlo con admiración.

Otra cuestión es si su técnica de manos o si sus transcripciones para guitarra eran todo lo perfectas que hoy día, después del tiempo transcurrido, y en pleno siglo XXI nos parecen, viéndolo todo de manera diferente. Este es un debate que existe y que seguirá existiendo. En cualquier caso es innegable que su labor fue muy importante para dar a conocer la guitarra clásica en todo el mundo.

En relación a este gran concertista en este artículo quiero contar tres anécdotas que quizá ya conozcas pero que no dejan de ser verdaderamente sorprendentes y alguna hasta divertida. Estas anécdotas que voy a contar sobre Andrés Segovia reflejan la enorme intensidad y pasión que ponía en su trabajo, incluso haciéndole olvidar en ocasiones otras cuestiones importantes de la vida diaria y que ahora nos parece imposible que no se hubiera dado cuenta en su momento.

Una casa grande para una gran guitarra

Comenzaré contando la famosa anécdota que aparece narrada por él mismo en un documental-entrevista que una televisión inglesa realizó en su casa de Los Olivos, en la Costa del Sol, en Andalucía, aproximadamente en el año 1967.

Andrés Segovia aparece entrevistado en su nueva casa de reciente construcción en llamada Los Olivos, donde pasaba largas temporadas entre conciertos,  preparando transcripciones y estudiando su repertorio. La casa es realmente grande como se puede comprobar a simple vista. Uno diría que es enorme, más parecida a un portaviones que a una vivienda.

Andrés Segovia nos cuenta que el tamaño excesivo de la casa fue debido a un pequeño fallo que tuvo al planificarla.

Según parece, en los días en los que el arquitecto estaba diseñándola, Segovia se encontraba de gira dando conciertos, así que estaba tan concentrado en la guitarra que apenas tuvo tiempo de revisar los planos de la casa que le estaban diseñando. Finalmente un día encontró un hueco y recibió al arquitecto. Este le enseñó los planos de la casa y a Andrés le pareció correcto. Lo que no calculó bien fue que sobre el papel el tamaño de la casa era diferente, más pequeño parecía allí de lo que en realidad iba a ser después: una inmensa casa sobre una colina. Segovia cuenta esta anécdota sentado en la bonita terraza de su nueva casa terminada, tomando café y riéndose de este “pequeño” detalle.

La guitarra, llegar a todas partes

Como segunda anécdota y en relación a la practica de la guitarra clásica, ahora estamos acostumbrados a ver cómo se organizan numerosos conciertos, actividades, masterclass y seminarios, incluso concursos de guitarra clásica y en todo el mundo. El nivel en todos estos encuentros es excelente y los chicos y chicas que participan en ellos tienen una nivel extraordinario. Muestran una técnica e interpretación increíbles. Afortunadamente es una suerte poder disfrutar y participar de todas estas actividades.  Pero en el año 1970 no era tan fácil encontrarse con todo esto o ni siquiera estudiar guitarra en cualquier parte o que este instrumento fuera tan reconocido como lo es ahora. En la entrevista a Segovia de la que hablamos, el periodista le pregunta en una ocasión:

—Maestro, ¿a usted qué le gustaría para el futuro de la guitarra? (la entrevista está realizada aproximadamente en el año 1967) —y el maestro responde:

— Que la guitarra clásica entre en los conservatorios.

Al parecer en esa época la guitarra clásica no era tan apreciada, ni estaba bien organizado su estudio, ni estaba tan extendida por todos los  conservatorios el mundo. Y no hace tanto tiempo tiempo de esto que cuento. Tan sólo hace 50 años que la guitarra empezó a tener su merecido espacio y mayor reconocimiento.

Pero afortunadamente esto es ya sólo una anécdota curiosa del pasado y ahora disfrutamos del mejor momento de la historia de nuestro instrumento. 

Transcripciones extensas

Para terminar con estas breves anécdotas sobre Andrés Segovia, podemos hablar sobre la manera tan rigurosa que tenía de hacer las transcripciones. Segovia aseguraba que las melodías debían seguir, todo lo posible, la misma cuerda en la que empezaban a sonar. Es decir, que si comenzábamos a tocar la melodía con un do en la segunda cuerda, debíamos continuar esa misma melodía por la misma segunda cuerda. Lo que obligaba a tener que desplazar la mano por todo el mástil para mantener la melodía y al mismo tiempo añadirle los acordes y armonías. 

Es por esto que algunos guitarristas aseguran que sus transcripciones resultan difíciles de tocar o más difíciles de lo que deberían ser pues obligan a poner muchos acordes y posiciones diferentes por todo el mástil, sobre todo en posiciones agudas. Cuando quizá sería mejor hacerlo  todo más sencillo y utilizar cuerdas cercanas o incluso cuerdas al aire para no tener que desplazarse tan arriba en el Mástil.

Pero esta es una opinión con la que se puede estar o no estar de acuerdo.

Lo que es indiscutible es, cómo decíamos al principio, la extraordinaria labor que hizo y la enorme energía que puso durante muchos años en los que Andrés Segovia se dedicó en cuerpo y alma a dar a conocer la guitarra clásica.

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