La Morinete. F.Couperin, (Guitarra)

Voy a hablarte de la pieza que he tocado y grabado recientemente para mi canal de YouTube. Se llama «La Morinete».

Es una partitura para guitarra clásica en transcripción de una obra del compositor, organista y clavecinista francés del Barroco, Francois de Couperin (París, 1668-1733).

La obra original está escrita para clave.

Muchos músicos, una gran familia

Couperin fue uno de los más importante compositores de su época, dejando importantes y numerosas obras para la música francesa y para el clave en particular. Y al igual que sucedió con la familia de Johan Sebastian Bach, Couperin perteneció a una familia que contaba con numerosos miembros todos ellos músicos.

Por ello, para poder ser distinguido del resto de miembros de su familia, a él le llamaban Couperin le grand (Couperin el grande), ya que era un gran virtuoso tanto del órgano como del clavecín.

Una vida modesta dedicada a la música

Couperin aprendió música con su tío y con su padre, de manera autodidacta por lo que no tuvo una educación formal. Es más, algunas personas llegaron a decir que sus conocimientos generales y su ortografía «dejaban mucho que desear». Pero esto es una anécdota que no eclipsa para nada lo importante que es el genial desarrollo de sus ideas musicales y la enorme inspiración que tuvo a lo largo de toda su vida como compositor.

Couperin llevó una vida modesta y discreta. Por lo que no se conoce ningún acontecimiento extraordinario digno de comentar más allá de su habitual y cotidiana vida musical.

Un virtuoso del clavecín

Su tarea en la corte del rey francés fue enseñar composición al nieto del rey y escribir música sacra para las oraciones de la familia del rey, además de componer y tocar conciertos de cámara que habitualmente se ofrecían a los monarcas los domingos en palacio. Couperin era un virtuoso del clave y parece que los reyes y los nobles de la corte disfrutaban de estos concierto semanales que según dicen, se daban estos todos los domingos.

La obra: una transcripción escrita para guitarra y originalmente pensada para clavecín

Escrita en compás de 12/8, con subdivisión ternaria, esta pieza muestra el dominio que tenía los compositores antiguos al trabajar cualquier obra de manera que hacían fácil lo difícil.

La pieza consiste en una sencilla línea melódica, acompañada de también sencillos pero precisos bajos, colocados de manera estratégica para dar soporte a la armonía y al ritmo. No se necesita más para que esta pieza nos muestre toda la elegancia, enseñando una vez más todo el saber y el buen hacer de Couperin.

Las diferentes frases musicales, las secciones entre partes

Las diferentes frases musicales están bien indicadas por los puntos de repetición y estos de manera natural nos indican las diferentes secciones de la obra. Pero sin embargo, en alguna ocasión (sobre todo en la segunda parte de la pieza) debemos estar atentos a los diferentes enlaces entre estas frases ya que las estas se mezclan entre ellas sin pausa y sin indicación de lo que va a ocurrir, por lo que hay que estar atento a preparar la transición, añadiendo y provocando diferentes ritardandos.

La obra tiene dos parte bien diferenciadas, con sus diferentes frases cada una y sus repeticiones con casillas, en una estructura formal típica de la época.

Los curiosos títulos dela piezas

Muchos de los títulos de la piezas tienen nombres originales, evocativos y muy curiosos, haciendo todos ellos referencia a descripciones que el propio título sugería. Se dice que fue de los primeros compositores en hacer música descriptiva, lo que llamamos música programática.

Muchos de ellos expresan estados de ánimo y emociones, y como decíamos, su estructura formal es del perfecto barroco dela época. En ocasiones se les ha comparado con los poemas y postales de Albéniz y de Claude Debussy.

Una vez más Bach

Se sabe que Bach y Couperin se conocieron y mantuvieron contacto por carta, pero estas cartas al parecer se han perdido. Bach estuvo muy interesado en su música, y después de la muerte de Couperin, Bach ayudó a que esta fuera conocida, por lo menos en Alemania.

Couperin fue el gran maestro del clavicémbalo en Francia (junto otro compositor francés: Rameau), tanto por la cantidad de obras escritas como por la gran calidad de todas ellas.

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