Este es un artículo diferente a los que suelo escribir. Aquí voy a desvelar los secretos de cómo se compone una pieza para guitarra clásica. En esta ocasión te contaré como hice mi composición «una Nube».
Es verdad que pasé años intensos estudiando composición, armonía, piano y guitarra clásica en el Conservatorio y en escuelas aquí en España, y que tuve la suerte de que algunos compositores amigos me dieron sus sabios consejos, y supongo que todo eso algo ha influido en que tenga algunos conocimientos decentes de composición. Algo de toda esa formación me ha ayudado un poco.
FLUIR
Pero estoy convencido, casi seguro, de que todo esto que que hice no sirve para mucho cuando me siento con mi guitarra a intentar escribir una pieza. Porque en ese momento, lo que es verdaderamente importante, lo único que importa, es poder conectar con esa parte creativa que todos llevamos dentro, (algo que sucede cuando «ello» quiere), conectar con ese «algo» que no se puede explicar y que no aparece en ningún tratado de composición ni en ningún método de armonía. Afortunadamente a veces ocurre el milagro y como decía Picasso, «la inspiración nos pilla trabajando».
Así que el primer secreto es ser constante y sentarse en la silla a primera hora de la mañana a intentar que lleguen las ideas. Este es el primer paso. En ese momento aparecen algunos acordes, un arpegio suelto, una pequeña frase que me ha gustado, y entonces la anoto.
No escribo en papel las piezas cortas. Las escribo directamente en el ordenador portátil, así ya tengo pasada la partitura a limpio. Después sigo tocando y a veces puede que vuelva a aparecer de nuevo alguna idea que me parezca interesante. Le doy vueltas, cierro los ojos e intento olvidarme de toda la técnica que he aprendido.
Entonces ocurre algún pequeño milagro y consigo otro pequeño avance. Aparece una nueva frase que me pone contento y lo mejor es que todas las frases juntas tienen sentido. En el mejor de los días, la cosa se para aquí y he de dejarlo porque no me vienen más ideas hasta el día siguiente, o el otro, o dentro de una semana más. Pero yo cada día me siento a tocar, a ver si sale algo de aquello que quiero decir con la guitarra.
Casi terminada
Ahora, cuando ya tengo terminada la pieza completa (o eso es lo que creo), es cuando viene el trabajo duro de pulir y redondear la pieza. Cortar, borras, cambiar frases, direcciones de notas, sentidos, repeticiones. Detenerse una y mil veces en tres notas porque no te gustan y debes poner otras nuevas en su lugar y como si de un castillo de naipes se tratara tienes miedo de que si mueves una pieza se caiga toda la obra. Pero milagrosamente eso no ocurre y sigo cambiando y puliendo, añadiendo notas y detalles. Ahora notas, ahora armonías, algún acorde mejorado, añado segundas voces en algunas partes, hasta que de pronto me doy cuenta que llegué al final y la pieza ya está terminada.
Siempre me pasa que cuando la escucho por vez primera terminada no me suele gustar. Sin embargo rápidamente me dispongo a grabarla y a escucharla como si no fuera yo quien la hizo, y entonces se produce otro pequeño milagro y resulta que la pieza sí está terminada, y me gusta y parece que no la haya escrito yo.
Pero sí.
Es mi pieza, «un Nube», que pasa, lenta, perezosa… y ahora ya terminada, la podré al fin compartir con todo el mundo para que la escuche.
Te animo a unirte a mis Cursos online de Guitarra Clásica